Fuera del pequeño papel en Testigo en peligro (Witness, 1985) con el que debutó en cine -era uno de los pacíficos amish que recibía la intranquilizadora "visita" del violento policía citadino John Book (Harrison Ford)-, Viggo Mortensen obtuvo recién su primer protagónico con el filme de horror Prisión (Prison, 1988), una película clase "B" emparentada temáticamente con Shocker, 100.000 voltios de terror (Shocker, 1989) y Despertar del infierno (The Horror Show, 1989). Todas ellas estrenadas comercialmente en nuestro país entre 1990 y 1991. Prisión había sido dirigida por el finés Renny Harlin que empezaba a forjarse una carrera en Hollywood que sabría de altas (Duro de matar 2, Riesgo total) y bajas (El exorcista: el comienzo; Pacto infernal). Se trataba de una producción de la Empire Pictures de Charles Band, un verdadero especialista en filmes de bajo presupuesto que en su inmensa mayoría sólo podían verse gracias al video. Prisión fue una excepción porque de algún modo logró hacerse un hueco en la cartelera local. De Band sólo recuerdo otro estreno en salas: el simpático menjunje de ciencia-ficción Eliminators (1986).
Un afiche muy similar al que se vio en la Argentina en 1991 |
Viggo posteriormente iría construyendo a paso lento una filmografía errática que pegó el salto de calidad recién después de su papel de Aragorn en El Señor de los Anillos. Por su vínculo con la Argentina -donde vivió siendo un niño- al actor lo solemos encontrar bastante seguido en los medios de comunicación pese a su condición de persona humilde y de bajo perfil. Fanático de San Lorenzo y reconocido adepto al mate, Mortensen es un personaje querible que los argentinos hemos adoptado como propio. La buena onda seguramente es recíproca porque hace poco Viggo -o Guido, de acuerdo al Bambino Veira- aceptó participar en Todos tenemos un plan, la ópera prima de la realizadora Ana Piterbarg quien cuenta con su experiencia para programas de Pol-Ka como principal carta de presentación. En Todos tenemos un plan Viggo interpreta a los hermanos gemelos Pedro y Agustín en una historia que aunaría drama, crimen y thriller (el enlace con la sinopsis está al pie de la nota). Si Piterbarg no malogra el proyecto con los clásicos vicios del Nuevo Cine Argentino podríamos estar en presencia de una obra más que interesante.
Viggo en un fotograma de Todos tenemos un plan |
En el rodaje de Todos tenemos un plan participó Matías Famulari, un amigo de la casa que sin prisas y sin pausas ha recorrido un largo camino desde su etapa de estudiante en la Escuela Superior de Cinematografía hasta un presente en el que se encuentra muy próximo a plasmar su ópera prima de largometraje. Durante varios años Matías alternó su amor por el cine con una vocación de servicio al prójimo gracias a su trabajo estival como Guardavidas de Mar. Esa dualidad se vio reflejada en el mediometraje documental Al filo del agua (2004) entre otros proyectos donde Cine y Agua tuvieron vital importancia.
Un episodio que puedo contar de primera mano fue el salvataje de una actriz que perdió pie filmando una escena del corto Vieja del agua (2004) en Zárate Brazo Largo y que sin dudas se hubiera ahogado de no haber intervenido Matías (en esa oportunidad asistente de dirección... y algo más). Moraleja: Todos tenemos un plan contó con un excelente profesional para cuidar de la integridad física de técnicos y actores en las escenas acúaticas rodadas en el Delta de Tigre.
Matías Famulari, realizador audiovisual y guardavidas profesional |
Un episodio que puedo contar de primera mano fue el salvataje de una actriz que perdió pie filmando una escena del corto Vieja del agua (2004) en Zárate Brazo Largo y que sin dudas se hubiera ahogado de no haber intervenido Matías (en esa oportunidad asistente de dirección... y algo más). Moraleja: Todos tenemos un plan contó con un excelente profesional para cuidar de la integridad física de técnicos y actores en las escenas acúaticas rodadas en el Delta de Tigre.
Viggo en el agua y Matías al acecho por si las moscas... |
Por lo que uno escucha hablar a quienes lo conocen Viggo Mortensen pareciera ser una rara avis por su don de gente, una modestia impensada en un actor (no cualquiera hace tres películas con el monstruo de David Cronenberg!!!) y una generosidad que sólo rivaliza con el cuidado conque preserva su vida privada. Para ilustrar su bonhomía nada mejor que la invitación que pueden ver más abajo, hecha a pulso por el mismo Viggo.
Un maestro. ¡Ojalá me guste la peli!
Un maestro. ¡Ojalá me guste la peli!
La invitación al asado firmada por Pedro y Agustín (Viggo Mortensen) |
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