sábado, 23 de marzo de 2013

Lucha desigual: Ripley vs. la sordomuda

Ya sé que no es políticamente correcto de mi parte pero sigo resentido con la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood que en 1987 despojó a Sigourney Weaver de un merecidísimo Oscar favoreciendo en cambio a una "actriz" con la que nadie hubiese podido competir abiertamente por su condición de sordomuda. El sólo hecho de incluir a Marlee Matlin en la terna invalidaba automáticamente a las otras intérpretes. Hubiese sido preferible otorgarle un Oscar especial por su trabajo en Te amaré en silencio (Children of a Lesser God, Randa Haines) antes que poner a Sissy Spacek (Crímenes de pasión), Jane Fonda (A la mañana siguiente), Kathleen Turner (Peggy Sue, su pasado la espera) y la Weaver (Aliens, el regreso) en el incómodo rol de partenaires de un premio que todo el mundo sabía era imposible que no se le entregara a Matlin una vez nominada. Las actuaciones femeninas de este período dejaron bastante que desear y visto en retrospectiva me queda claro que ese debió ser el año consagratorio para la altísima actriz de la saga Alien que de la mano de James Cameron se entregó con alma y vida a su papel de la Teniente Ellen Ripley en la que posiblementente sea la mejor secuela de la historia del cine.  Nunca antes una mujer había manifestado con tanta fuerza y credibilidad la dualidad de soldado duro con los instintos maternales que demostró el personaje en esta obra maestra con la que el director de Avatar confirmaba que el virtuosismo exhibido en la realización de Terminator no era casualidad. Lástima que por unos cuantos imbéciles no se hizo justicia con la actriz que llevó a cabo uno de los roles más importantes adjudicados jamás a una mujer. Una de esas decisiones caprichosas e imperdonables que el paso de los años sólo logrará acentuar cada vez más.


¿El robo más grande en la historia de los Oscar? Quizás...

Estaba tan arreglado el Oscar a Matlin que la terna fue anunciada por su compañero de Te amaré en silencio, el borrachín William Hurt (viejo "amigo" de Jorge Lanata en su visita al país para rodar La Peste de Luis Puenzo). Dicen las malas lenguas que Hurt y la chica sostuvieron un romance pero... ¿a quién carajo le importa? Así como en la edición previa Norma Aleandro "casualmente" fue escogida para entregar la estatuilla a la película extranjera, que resultó ser La Historia Oficial, sucedió otro tanto con Hurt como pueden ver en el video más abajo (prueba del delito irrefutable). Abominable y me quedo corto...


lunes, 4 de marzo de 2013

El Napoleón de Kubrick en manos de Spielberg

Napoleon fue un mega proyecto de Stanley Kubrick que abarcó la década del 60 y parte del 70 para finalmente quedar trunco después de que la Warner le retirara el visto bueno tras observar como fracasaba estrepitosamente el filme bélico Waterloo (Sergei Bondarchuk, 1971), pese a la experta producción de Dino de Laurentiis. El trabajo de investigación reunido por Kubrick a lo largo de unos pocos años era tan vasto y meticuloso como se podía esperar del obsesivo creador de La Naranja Mecánica e incluía 18.000 libros, 15.000 imágenes y sabe Dios cuántas horas de grabación con testimonios de especialistas sobre la campaña del militar francés nacido en Córcega en 1769 y fallecido en 1821 en la isla de Santa Elena. El tema tiene tanta tela para cortar que en 2008 se publicó Stanley Kubrick's Napoleon. The Greatest Movie Never Made, un ambicioso libro de edición limitada que recopila prácticamente todo el material existente gracias a la enorme pasión manifestada por la editora Alison Castle (una fanática enferma del realizador fallecido en 1999). Entre la imposiblidad de utilizar los lugares donde acontecieron los hechos históricos de la vida de Napoleón Bonaparte, las extremas especificaciones de cámara e iluminación pretendidas por Kubrick (quería que la imagen fuera plana, sin apenas profundidad de campo, como en los cuadros de comienzos del siglo XIX) y la compleja logística de una producción de semejante envergadura, fueron pasando los años sin poder concretar un acuerdo económico con ningún estudio: MGM, United Artists y por último Warner Brothers le fueron dando la espalda. No obstante, la estética y el tratamiento visual que desarrollaron Kubrick y el prodigioso director de fotografía John Alcott pudieron ser aplicados en Barry Lyndon (1975) que transcurre en una época similar y que aún habiendo ganado varios Oscar de la Academia (entre ellos Mejor Fotografía) hasta el día de hoy se la sigue considerando como una obra menor dentro de la filmografía del excéntrico cineasta.

El genial Stanley Kubrick durante el rodaje de Barry Lyndon (1975)

Los 10 tomos del impresionante libro The Greatest Movie Never Made


La noticia que viene ahora a patear el tablero proviene de Hollywood y de la mano de Steven Spielberg, un admirador del arte de Kubrick que ya hizo propio un proyecto iniciado por su colega: ¿recuerdan I.A.: Inteligencia Artificial (2001)? Spielberg ha declarado que llevará a la pantalla chica el guión de Napoleon escrito por Kubrick. La idea es adaptarlo en una miniserie que permita profundizar todo lo necesario en una biografía tan rica como fascinante. Aunque los artistas no se pueden comparar y es hasta dudoso que el mismo Spielberg la dirija por lo menos se le podrá hacer justicia al tremendo esfuerzo volcado por Kubrick que para llevar a cabo su investigación contrató a un profesor de Oxford y a una docena de colaboradores para asistirlo. Habrá que ver si se concreta o si se mantiene incólume su perfil de proyecto maldito... 

Para los cinéfilos curiosos he aquí un video donde se exhibe con detenimiento el contenido del libro editado por Taschen en 2008:

lunes, 25 de febrero de 2013

Mentiras que matan: sátira política y un slogan brillante

La indiscreción de Bill Clinton con la becaria Monica Lewinsky a mediados de los años 90 provocó un escándalo mediático sin fin en los EE.UU. Pese a los 15 años transcurridos la anécdota todavía hoy sobrevive y se la recuerda con una sonrisita burlona (como si estuviéramos exentos de pisar el palito alguna vez en la vida). Una película que quizás nunca hubiera visto la luz de no concretarse este hecho puntual es la formidable sátira política Mentiras que matan (Wag the Dog, 1997), realizada por Barry Levinson en base a un sensacional guión del dramaturgo y cineasta David Mamet. Dustin Hoffman -en un papel a la altura de su leyenda como actor- interpretaba a Stanley Motss, un poderosísimo productor de Hollywood convocado por un asesor de la Casa Blanca para tapar el adulterio del presidente con noticias apócrifas que daban cuenta de una guerra con Albania. Robert De Niro, por su parte, era ese siniestro personaje dispuesto a todo para encubrir los líos de faldas del primer mandatario. Si para ello había que llevar la mentira a un extremo inconcebible pues así se hacía. Evidentemente los muchachos habían estudiado a Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, cuya frase "Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad" no ha perdido actualidad. Entre el cinismo feroz de Mamet, la sensatez de Levinson para no estropear un proyecto mucho más sólido que los que solía encarar por esa época, y la excelencia actoral de un elenco riquísimo Mentiras que matan llevó al género a un apogeo superando con creces a Colores Primarios (Primary Colors, Mike Nichols), filme rodado poco después que criticaba al gobierno demócrata de ese entonces (John Travolta era un símil Clinton y Emma Thompson una réplica de su esposa Hillary). ¿Curiosamente?, una década y media después Argo volvió a poner sobre el tapete las relaciones secretas de Hollywood con la política y los gobiernos de turno. Para darle un mayor impacto la campaña publicitaria de Mentiras que matan nos legó para la posteridad un slogan que comparto ahora con Uds.:



El genial slogan de Mentiras que matan (1997)


Mentiras que matan, estrenada en la Argentina el 28 de mayo de 1998, era una película tan coherente que hasta el slogan estaba a tono con un trabajo de guión brillante, quizás inigualable. Quién no la vio o no la conoce puede empezar a rastrearla...

sábado, 26 de enero de 2013

El Grito Wilhelm: un efecto sonoro que no pasa de moda



En cada rubro del cine podemos detectar particularidades que pasan desapercibidas para la gente ajena al ambiente. Una de ellas es el efecto sonoro bautizado como The Wilhelm Scream (El Grito Wilhelm), que ha sido utilizado por una enorme cantidad de editores desde su creación a comienzos de los años 50. La historia detrás de este efecto, a esta altura un chiste interno para los profesionales del séptimo arte, tiene su origen en los estudios Warner en 1951. Fue el ingeniero de sonido Oliver S. Garretson quien ordenó se grabe a un actor -para algunas fuentes fue el cantante Sheb Wooley-  profiriendo diversos gritos con la intención de insertarlos en la postproducción del western de Raoul Walsh Distant Drums (1951). Al parecer fueron seis los gritos registrados por los técnicos y al paquete completo se lo denominó Hombre siendo mordido por un caimán y luego grita. El 5º efecto es el que mucho tiempo después se conocería como El Grito Whilhelm. Terminada la película el alarido (ver el video al pie de la nota) pasó a integrar la biblioteca de sonido de la Warner. A partir de The Charge at Feather River (Gordon Douglas, 1953), cualquier editor al servicio del estudio empezó a acudir a este archivo sonoro para darle un mayor impacto a la escena que lo requiriera. Una de las primeras “víctimas” fue un jinete que en el guión respondía al nombre de Wilhelm. El efecto se popularizó de tal manera que para la década del 70 ya se podían contar por decenas las películas que echaron mano de él… y eso sin contar las series de televisión y los dibujos animados. Títulos como Them! (Gordon Douglas, 1954); Nace una estrella (George Cukor, 1954); Tierra de Faraones (Howard Hawks, 1955); The Sea Chase (John Farrow, 1955); Helena de Troya (Robert Wise, 1956); El Capitán Búfalo (John Ford, 1960); PT 109 (Leslie H. Martinson, 1963);  Los Boinas Verdes (John Wayne y Ray Kellogg, 1968); La Pandilla Salvaje (Sam Peckinpah, 1969) y la lista continúa ad infinitum. 

El Grito Whilhelm debutó en este film con Gary Cooper


Fue Ben Burtt, el premiadísimo diseñador de sonido de LucasFilms Ltd., el primero en rendirle homenaje aislándolo de la pista sonora de Nace una Estrella, dándole el nombre con el que se lo conoce hasta el día de hoy e incluyéndolo en su tesis para egresar de la University of Southern California. Tiempo después, cuando se encontraba trabajando para Star Wars: Episodio IV (1977), revolviendo en los archivos de los estudios encontró en la Warner el master del efecto. Desde entonces Burtt introdujo el Grito Wilhelm en todas y cada una de las producciones en las que fue contratado. Estamos hablando de algunas de las sagas más importantes de la historia del cine: en particular la trilogía inicial de Star Wars y todas las películas de Indiana Jones. También fue usufructuado por muchas otras producciones de George Lucas como Howard, el Superhéroe (Willard Huyck, 1986) y Willow (Ron Howard, 1988). Su amigo Steven Spielberg lo usó en una de sus obras más subvaloradas: Siempre (1989). Otros colegas de Burtt siguieron su ejemplo en la década del 80 en filmes como The Big Brawl (Robert Clouse, 1981); La loca Historia del Mundo (Mel Brooks, 1981); Swamp Thing (Wes Craven, 1982); Poltergeist: Juegos diábólicos (Tobe Hooper, 1982) o S.O.S. Vecinos al Ataque (Joe Dante, 1989). En los 90 la cantidad de películas que acudieron al Grito Whilhelm no mermó y podemos mencionar entre ellas a Gremlins 2 (Joe Dante, 1990); La Bella y la Bestia (Wise & Trousdale, 1991); Aladdin (Clements 6 Musker, 1992); Batman vuelve (Tim Burton, 1992); Perros de la Calle (Quentin Tarantino, 1992); Matinee (Joe Dante, 1993); Toy Story (John Lasseter, 1995); Duro de matar: La Venganza (John McTiernan, 1995); El Quinto Elemento (Luc Besson, 1997); Pequeños Guerreros (Joe Dante, 1998) y Arma mortal 4 (Richard Donner, 1998). Desconozco la cifra exacta pero hasta hace unos años se podía comprobar la presencia del Grito Wilhelm en al menos dos centenares y medio de producciones. Algunas de las más recientes son: El Hombre Araña (Sam Raimi, 2002); El Señor de los Anillos: Las Dos Torres (Peter Jackson, 2002), El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (Peter Jackson, 2003); Kill Bill Vol. 1 (Quentin Tarantino, 2003); Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra (Gore Verbinski, 2003); Hellboy (Guillermo del Toro, 2004); Troya (Wolfang Petersen, 2004); La Ciudad del Pecado (Robert Rodriguez y Frank Miller, 2005); King Kong (Peter Jackson, 2005); Cars (John Lasseter y Joe Ranft, 2006); Shrek Tercero (Chris Miller y Raman Hui, 2007) y Kung Fu Panda (Mark Osborne y John Stevenson, 2008); Sucker Punch: Mundo surreal (Zack Snyder, 2011) o El Hobbit: Un Viaje inesperado (Peter Jackson, 2012). Y créanme que me quedo corto...

En Wikipedia se puede consultar un listado más exhaustivo de las películas que acudieron a este efecto.

domingo, 20 de enero de 2013

¿Darth Schwarzenegger o Arnold Vader?

Si existe algo que me puede hacer descostillar de la risa son los clips editados por fanáticos del cine: algún freak, como vos o como yo pero con mucho más tiempo al dope, extrae del video la voz original de un actor para insertar otra con fines humorísticos. Recordemos la famosa escena de La Caída (Der Untergang, 2004) en la que Hitler (Bruno Ganz) explota de furia ante la casi muda presencia de sus lugartenientes. ¿Cuántos videos explotaron esta memorable actuación de Ganz para desarrollar cualquier tópico? ¿Decenas, cientos quizás? La última novedad es un fandub que utiliza pequeños momentos de la trilogía original de Star Wars sustituyendo la cavernosa voz de James Earl Jones en el rol de Darth Vader por la no menos reconocible de Arnold Schwarzenegger. Los diálogos del ex Governator pertenecen a filmes como El Regalo prometido (Jingle All the Way, 1996), Un Detective en el Kinder (Kindergarten Cop, 1990), Terminator 2: el Día del Juicio (Terminator 2: Judgment Day, 1992) y El Día Final (End of Days, 1999), entre otros. El trabajo no es de los más graciosos que he visto pero en virtud de que el próximo jueves se estrena El Último Desafío (The Last Stand, 2013), la primera película en serio del austríaco en muchísimos años, creo que el clip puede funcionar como un simpático aperitivo para el plato fuerte que nos tiene preparado el genial realizador surcoreano Jee-woon Kim en su debut hollywoodense. Mientras aguardamos que llegue el estreno con las clásicas one-liners que son su marca registrada los invito a compartir el breve videíto con Darth Schwarzenegger... ¿o prefieren Arnold Vader?

¡Bienvenido, Arnie!


 

sábado, 19 de enero de 2013

Joel Silver: un productor legendario en caída libre



Joel Silver tuvo un pasado glorioso como productor a partir de su colaboración con Walter Hill y Lawrence Gordon en Los Guerreros (The Warriors, 1979), 48 Horas (48 Hrs.,1982), Calles de Fuego (Streets of Fire, 1984) y Cómo reventar un millón de dólares por día (Brewster's Millions, 1985). Luego, ya asentado firmemente en la industria, fue el responsable de varios megatanques de acción al servicio de las figuras más importantes que haya tenido el género en Hollywood: Arnold Schwarzenegger (Comando, Depredador), Mel Gibson (saga de Arma Mortal, El Complot), Bruce Willis (Duro de matar 1 y 2, El último Boy Scout), Sylvester Stallone (El Demoledor, Asesinos), Patrick Swayze (Road House - El Duro), Jet Li (Romeo debe morir, De la Cuna a la Tumba) y Steven Seagal (Red de corrupción). A Silver sólo le faltó trabajar con Chuck Norris y Jean-Claude Van Damme cuyas producciones siempre estuvieron muy por debajo de las aspiraciones de este legendario productor. 

Joel Silver, un productor legendario ahora en caída libre

Los Guerreros: la primera colaboración de Joel Silver con Walter Hill

Dos de las mejores películas del binomio Hill / Silver

A fines de los 90’s, y envalentonado por el éxito de su serie Cuentos de la Cripta (emitida por HBO entre 1989 y 1996), Silver creó la productora Dark Castle Entertainment junto a sus socios Robert Zemeckis y Gilbert Adler con la intención de rendir homenaje a algunos títulos emblemáticos del cine clase “B” de los 50’s y 60’s rodados por el visionario productor/director William Castle, un especialista en el género de terror. Dark Castle abrió sus oficinas en 1999 con la producción de la remake de un clásico de los 60’s, La Casa en la Montaña embrujada (House on Hunted Hill). A este discreto debut le seguirían dos filmes horrendos: Barco Fantasma (Ghost Ship, 2001) y 13 Fantasmas (Thir13en Ghosts, 2002), nueva versión de la película realizada en 1963 por William Castle. En 2003 le llegaría el turno a En Compañía del Miedo (Gothika), flojísima obra del francés Matthieu Kassovitz transplantado a los EEUU para la ocasión. Recién en 2005 con La Casa de Cera (House of Wax), basado en el filme homónimo de 1951 con Vincent Price, la Dark Castle entregaría un producto aceptable. Fundamentalmente debido al brillante trabajo de su director debutante, el catalán Jaume Collet-Serra. Empero dos años después volvió a la normalidad con la mediocre Prueba de fe (The Reaping). Era la primera vez que estrenaban una historia no basada en material preexistente. Tras rodar la innecesaria secuela de House on Hunted Hill en 2007, Silver y compañía pegan un volantazo inesperado y le producen a Guy Ritchie unos de sus típicos ejercicios de estilo: Rock’n’rolla (2008) está entre lo más destacado de la filmografía de la productora. Tras la aquí inédita The Hills Run Red (2009), se genera un segundo punto alto con La Huérfana (Orphan), un thriller excelente donde Collet-Serra vuelve a confirmar sus dotes como narrador. A continuación se lanzan tres adaptaciones de cómics que pasaron sin pena ni gloria: Terror en la Antártida (Whiteout), de Dominic Sena; Asesino Ninja (Ninja Assassin), co-producida con los hermanos Wachowski; y la aún más ignota Los Perdedores (The Losers), que en la Argentina salió directamente en DVD. Desconocido (Unknown, 2012) tenía todas las de ganar... excepto por la carencia de un buen guión. El thriller protagonizado por Liam Neeson es el primer fracaso artístico de Jaume Collet-Serra aunque no sea suya toda la culpa.

Como se verá, la Dark Castle intentó diversificarse incursionando en otro tipo de relatos pero exceptuando los dos o tres casos ya puntualizados los resultados no han sido los esperados. Uno se pregunta si Zemeckis no será más un nombre en los créditos que una presencia concreta en los proyectos: con su calidad como escritor asombra que se aprueben guiones tan malos. Lo cual nos lleva a La Aparición (The Apparition, 2012), otra vuelta de tuerca sobre espíritus malignos acechando a los vivos que debe ser el filme más calamitoso jamás producido por cualquiera de los involucrados. Un bodrio de esos que uno sigue recordando con amargura sin poder creer que desperdició casi una hora y media de su vida viendo semejante despropósito.

Logo de la productora Dark Castle Entertainment

Los títulos más destacables de la Dark Castle, por lejos...
Una de las lecciones que me quedaron grabadas de las tantas recibidas en la escuela de cine es que el productor es el responsable de la calidad artística del producto. Es una afirmación que quizás no aplique sobre todos los casos pero muchas veces es cierto. Joel Silver como hombre de cine que es no puede aceptar un libreto tan paupérrimo como el de La Aparición. Y ni hablar de la posibilidad de dirigir que le brindaron a un tipo tan poco dotado para esa tarea como demuestra ser Todd Lincoln. En su época de oro Silver no hubiese avalado nunca un proyecto tan malparido como éste. Lo cual nos lleva a pensar que o se convirtió en un mercenario del cine, o su percepción de lo que debería tener una película para llegar al público ha cambiado drásticamente. Y no para bien, precisamente…

Las películas más recientes de Silver fueron lamentables...

Seamos francos: Silver no fue ni es un dechado de virtudes como productor pero pese a su ausencia de escrúpulos (y en este contexto ni mencionemos la palabra sutileza) hasta hace poco al menos respetaba al espectador y no vendía gato por liebre como sí lo hace en La Aparición y en otros títulos igualmente desalentadores de la Dark Castle Entertainment. La verdad uno no termina de asimilar la transición que ha hecho Silver de un tiempo a esta parte: ¿dónde quedó el influyente productor parodiado por Steve Martin y el director Lawrence Kasdan en El Corazón de la Ciudad (1991)? Si exceptuamos la trilogía Matrix y V de Vendetta queda poco por rescatar de los últimos quince años en la carrera de Silver. Habrá quienes aprueben su reciente colaboración con Guy Ritchie (además de RocknRolla está la franquicia de Sherlock Holmes) pero en verdad no hay mucho más que eso.


Steve Martin en El Corazón de la Ciudad


Obsoleto, perimido para las actuales generaciones, el cine de acción que hace más de tres décadas reinventara Joel Silver -y que consagrara a tantas figuras del género- quedará en el recuerdo de quienes consumimos y nos deleitamos con ese cine como su legado más genuino. Pavadas como La Aparición sólo agigantan aquellos filmes de los ochenta y noventa que si bien no eran muy respetados por la crítica y no recibían premios de la Academia (ni siquiera nominaciones fuera de los rubros técnicos) ayudaron a cimentar la industria en Hollywood dándole a sus creadores un poder e influencia tan grandes como los que muestra impiadosamente Robert Altman en su brillante radiografía Las Reglas de Juego (The Player).